En la canción, Sergio Ramos aparece en una desolada Plaza de la Cibeles, donde está la fuente en la que el Madrid festeja todas sus glorias deportivas.
Arquitectura, naturaleza y emoción se mezclan entre los nidos de cigüeñas, los ecos de los grandes escritores y la calidez de su gente. Aquí, el turista encuentra algo más que una ciudad: revive una historia que también le pertenece.