Las cigüeñas han hecho de Alcalá de Henares su hogar, como si supieran que hay ciertos lugares donde vale la pena posarse. Desde lo alto de las torres, cúpulas o sobre los huecos de los campanarios, observan en silencio el devenir de una ciudad que ha ido evolucionando al ritmo de la lengua española sin alejarse de su mágica esencia.
Sus nidos, visibles, en cada esquina del centro histórico, son un símbolo de custodia natural de siglos de historia, cultura y vida universitaria. En esta ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998, la belleza no solo está en sus monumentos, sino en la atmósfera que invita a detenerse, leer, contemplar y, sobre todo, sentir. Alcalá es un refugio para las letras, un paseo sereno entre adoquines y libros.
El corazón de Alcalá es, sin duda, la Plaza de Cervantes, un amplio espacio por muchos años dedicado a la celebración de ferias y fiestas. En su entorno se encuentra el Ayuntamiento y el Corral de Comedias, uno de los más antiguos de Europa aun en funcionamiento. Se trata de un teatro museo de cuatro siglos de historia.
Hoy en día todavía se conservan el patio empedrado, el foso y las habitaciones de aquella época. Alrededor, cafés, librerías y terrazas crean un ambiente que invita a la conversación pausada.
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