El nombre de este nervio proviene de la palabra latina que significa vagar, en el sentido de que ‘vaga’ por nuestro cuerpo, debido a su extenso recorrido anatómico. Pero está muy lejos de ser ‘holgazán o perezoso’, ya que es uno de los nervios más ‘trabajadores’ al encargarse de controlar a numerosos órganos.
“Si respiramos voluntariamente por la nariz de forma lenta y profunda, tomamos las riendas de nuestro sistema nervioso, dejamos de estar presos de nuestras emociones y estamos estimulando nuestro nervio vago” explica Antonio Valenzuela, fisioterapeuta y especialista en terapias manuales.
“El nervio vago es el componente del sistema nervioso autónomo que se activa ante los peligros y se relaja en situaciones de calma. En condiciones óptimas, este nervio craneal nos lleva de un estado de estrés a la calma, de manera fluida y eficaz”, señala Ludovic Leroux, asesor de atletas.
Aunque su nombre parecería indicar que tiene poca actividad o que ejerce unas funciones mínimas, el ‘nervio vago’, también conocido como décimo par craneal o nervio neumogástrico, es uno de los tejidos nerviosos más importantes del nuestro cuerpo, al encargarse de controlar a muchos de nuestros órganos.
Este nervio, que contiene distintos tipos de fibras nerviosas y se origina en el bulbo raquídeo (estructura que forma parte del tronco encefálico, que conecta el cerebro con la médula espinal), tiene una amplia distribución anatómica que abarcael cuello,el tórax y el abdomen, según la Clínica Universidad de Navarra (CUN) española.
Su nombre proviene del latín ‘vagari’ (‘vagar’), debido a su extenso recorrido por el cuerpo.
El nervio vago es crucial para la rama parasimpática del sistema nervioso autónomo, responsable de regular múltiples funciones corporales, como la digestión, la micción, la defecación, la salivación, el lagrimeo, la frecuencia cardíaca y la función sexual, según la CUN (www.cun.es).
Además de efectuar la regulación parasimpática (controla la frecuencia cardíaca, la respiración y las funciones digestivas), este nervio ejerce funciones motoras (actúa sobre los músculos de la faringe y la laringe, facilitando la deglución y la fonación) y sensoriales (proporciona sensibilidad a la oreja externa, la faringe y las vísceras torácicas y abdominales), según esta misma fuente.
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